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 Era como el primer rayo de sol en el día. El olor a lluvia en una tormenta de verano, ese olor puro que se te mete en lo más profundo de tu ser cuando respiras con fuerza. La primera estrella que divisas en el cielo al caer la noche en un cielo despejado. El perfume de las hojas del libro nuevo que acabas de comprar, y la emoción de que, aunque no has leído una palabra, sabes que te va a encantar. Era su forma de intercambiar mis lágrimas atoradas en la garganta por sonrisas cuando me abrazaba. Su forma de mirarme y amarme imperfecta. Y era él y los defectos que formaban su sonrisa, lo que yo amaba por entero.

LA CHICA DE ROJO

   La chica de rojo era la más popular del instituto, algo superficial y se dejaba llevar demasiado por las apariencias, la típica chica que conocidos a montones, pero ninguno amigo.

  Le encantaba salir de fiesta, era su primer pasatiempo favorito; el segundo, eran los chicos.

  Era endemoniadamente sexy y, cuando se vestía de rojo, parecía el diablo de la belleza personificado y, guapa, hasta cuando no buscaba serlo, incluso cuando lloraba.

  También era algo ingenua y, un tanto infantil y, aunque no tuviera fama de dulce, su sonrisa hacía la magia en el momento oportuno.

  Considerada la niña rica y pija de la clase, tenía fama de que siempre hacía lo que quería y, que se salía con la suya sin que le importara mucho quien cayera por el camino.

  La verdad, es que no destacaba por su gran corazón, ya que apenas lo dejaba ver, su cuerpo, en cambio, muchos lo conocían bien. Tenía fama de chica fácil, ya que a los chicos no les costaba quitarla la ropa, sin embargo, privilegiado era quien consiguiera desnudar su alma, a fin de cuentas, el primero que lo hizo, la rompió en pedazos después.

  Pero también es sabido y, que al igual que hay veces que la gente cambia a peor, también es cierto que a veces lo hacen a mejor y, a eso, algunos, lo conocen como madurar; y ella consiguió lo que muchos no son capaces de hacer, crecer, sin dejar de ser ella misma por el camino.

  La chica de rojo dejó de ser la típica chica que ves en cualquier sitio y, pasó a ser única, con una personalidad extrema. Era complicadamente sencilla, fuerte como una madre y sensible como una niña. Siempre inteligente y cabezota, buena y divertida y, por supuesto, eternamente hermosa; pero no guapa y sexy para una noche, no; la chica de rojo era inteligentemente guapa, para toda la vida.

  La chica de rojo, era la que con el corazón en la mano, lleno de vendas y tiritas, empezó a contar amigos, en vez de a conocidos; y no importaba lo rota que estuviera por dentro, porque el mundo siempre vería su sonrisa.

  La chica de rojo, es la que un día empieza a ser ella misma, sin excusas, porque al fin se da cuenta de que no importa quien finja ser, siempre será mucho más interesante siendo ella misma.


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