MI SOPLO DE AIRE FRESCO

  Me lo has preguntado ya una docena de veces y, una veintena te lo has preguntado a ti misma, con miedo a decirlo en voz alta, temiendo que esa vez te dé la razón.

  “¿Seré la de repuesto?”. Temo pensar que esa pregunta te corroa por dentro más de lo que soy consciente y, lo peor es no saber lo que más miedo te da, que ni siquiera lo sepas tú misma. Te da pánico ser la segunda opción y, que esté contigo porque la primera no esté disponible; pero te da pánico en igual medida, pensar que la razón la tenga yo y, que no seas mi segunda opción y, seas la única porque no hay segunda ni tercera y, en mi mente y en mi corazón solo estás tú, no me escuchas cuando digo que solo hay sitio para ti y, no cabe nadie más. No me escuchas y eso te destroza y, te sientes romper por dentro cuando lo haces.

  No te haces una idea de hasta qué punto soy consciente de que ser la segunda opción te rompería el corazón y, de que sé a la perfección de que sientes que te rompes por dentro, aunque no lo hagas, cuando te digo que solo estás tú en mi vida y, que no quiero a ninguna otra. Eso te hace pensar en ese “para siempre” que anhelas y temes por partes iguales; siempre lo has querido y, hasta soñabas con el por las noches antes de conocerme; y ahora que me tienes a tu lado, te da miedo vivirlo, sentir que tengo todo el poder de romperte por dentro, si tan solo pudieras comprender que prefiero morir antes que hacerte llorar…

  Así que, en vez de preguntármelo, me miras con esos ojos verdes que tanto amo y, veo en ellos reflejado el miedo que te dan el “Sí” y el “No” como respuesta a esa pregunta que no haces y, temiendo cualquier gesto o palabra por mi parte, cierras los ojos y mueves la cabeza de un lado para otro y, cuando los abres de nuevo, no hay miedo en tu mirada, lo has cambiado por la única opción posible; todo el amor que sientes por mí; y yo lo único que puedo hacer es recordar cómo empezó todo.

  Era yo quien estaba roto, tanto que, ni siquiera podía contar los pedazos en los que estaba rota mi alma y, entonces, llegaste a mi vida y con una sola mirada, me curaste por dentro; después me sonreíste y sentí como mi corazón y el mundo entero se detenía y, para terminar, escuché tu voz. “Soy Ellen”. Y en tan solo tres segundos, con una mirada, una sonrisa y dos palabras, sentí que el “para siempre” solo podría existir a tu lado. Me salvaste la vida, aunque ninguno lo viéramos, ¿y tú te preguntas si te haré daño cuando mi vida solo existe si es contigo? ¿Cómo hacerte entender que solo a tu lado es con quien imagino el resto de mis días?

  Temes que te haga daño cuando tú y, solo tú, me das la vida cada día; te sientes romper cuando me oyes decirte lo mucho que te amo pero, el mundo deja de girar cuando esas dos palabras salen de tus labios y, aunque no lo entiendas y, con gusto te lo explicaré todos los días de nuestras vidas, eres el soplo de aire fresco que me sacó de un pozo más negro que la noche, me diste eso en lo que había dejado de creer y, por eso, eres y, siempre serás, la única, mi para siempre.