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 Era como el primer rayo de sol en el día. El olor a lluvia en una tormenta de verano, ese olor puro que se te mete en lo más profundo de tu ser cuando respiras con fuerza. La primera estrella que divisas en el cielo al caer la noche en un cielo despejado. El perfume de las hojas del libro nuevo que acabas de comprar, y la emoción de que, aunque no has leído una palabra, sabes que te va a encantar. Era su forma de intercambiar mis lágrimas atoradas en la garganta por sonrisas cuando me abrazaba. Su forma de mirarme y amarme imperfecta. Y era él y los defectos que formaban su sonrisa, lo que yo amaba por entero.

ABSOLUTAMENTE LOCA

   Estás a un palmo de distancia, casi puedo sentir tu aliento y, bien sé que tú puedes sentir el mío, respiro con demasiada fuerza como para que no lo hagas. Me miras con tu sonrisa de medio lado, deseando acercarte más, pero no lo haces, aún no. Nerviosa e impaciente, no puedo dejar de mirar tus labios, sabiendo lo que harás con ellos, lo que me harás a mí, recordando todas aquellas veces en las que solo con posar tus labios sobre los míos, has conseguido volverme loca y, solo con recordarlo y con imaginar lo que viene, pierdo toda consciencia.

  Das un paso y te acercas más a mí y, yo no puedo moverme. No me tocas, aunque no desees otra cosa, pero sabes muy bien lo que haces, siempre lo has sabido y, tu único objetivo es llevarme al límite de la locura antes de hacerme tuya. Lo deseas, pero este es tu juego y, lo necesitas tanto como el aire que respiras. Solo existe un fin, volverme loca para que te necesite como sé que tú me necesitas.

  Das otro paso y me agarras con fuerza de la cintura, me atraes hacia ti y yo solo puedo dejarme hacer, como si hubiese otra opción posible cuando ni siquiera soy capaz de pensar en otra cosa que no sean tus labios sobre mí.

  Vuelves a dar otro paso, arrastrándome contigo y, siento la pared en mi espalda. Acercas tu boca a la mía, pero no me besas, necesitas que lo haga yo para saber que me tienes donde y como querías, absolutamente loca, absolutamente tuya.

  Siento tu fuerte y entrecortada respiración mientras, yo ni sé como sigo respirando, estando totalmente segura de que aún sigo de pie por que tus manos me sujetan con fuerza de la cintura, mientras esperas, y esperas, y esperas que me abalance sobre ti, acabando con la poca cordura que me queda.

  Ansío besarte en la misma medida que tú deseas que lo haga, pero ambos somos conscientes de que en algún momento, tu juego empezó a ser mío también, que tú necesitas volverme loca para saber que soy tuya y, yo necesito volverte loco, para saber que soy algo más que tu vicio; convirtiendo nuestro juego en la necesidad de saber que nos necesitamos por partes iguales.

  Como por arte de magia, consigo apartar la vista de tus labios y mirarte a los ojos, con mi sonrisa torcida, como si fuera un reflejo de la tuya, sabiendo que yo también te tengo justo donde y como quería, incapaz de pensar en otra cosa que no sean mis labios.

  Vuelvo a bajar mi vista a tu boca y, puedo sentir como tu respiración cada vez es más intensa, más entrecortada y, la mía casi inexistente.

  No lo aguantas, necesitas que te bese más que ninguna otra cosa, o perderás la partida; por suerte para ti, yo tampoco puedo más y, alzo mis labios en busca de los tuyos y, los devoro con ansía, el mismo ansía con la que tú me besas a mí.

  Rodeo tu cuello con mis brazos mientras tus manos bajan por mi trasero y, me cargas con tus brazos, haciendo que mis piernas te abracen por la cintura.

  Jadeo en tus labios sintiéndome atrapada por tus manos en mi trasero y tus labios contra los míos y, puedo notar como sonríes en respuesta.

  Empiezas a meter tus manos bajo mi camisa, arrastrándola en el camino que recorren tus manos hacia arriba por mi espalda mientras, no podemos dejar de devorarnos con auténtica pasión y devoción, cuando de repente y, para desgracia de los dos, el teléfono nos devuelve a la realidad, mientras algo en mi interior me dice que lleva tiempo sonando.

  Me sueltas a regañadientes, separando tus labios de los míos para recuperar el aliento.

-Aún no he terminado contigo –susurras de forma entrecortada, sonriendo de medio lado.

  Me agarró a la mesa que tengo a mi izquierda para no caerme al suelo, apenas tengo fuerza en las piernas y, en lo único que puedo pensar es en terminar lo que acabamos de dejar a medias; y viéndote andar, sonrío como una idiota al darme cuenta de que una vez más, me has vuelto absolutamente loca.


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