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 Era como el primer rayo de sol en el día. El olor a lluvia en una tormenta de verano, ese olor puro que se te mete en lo más profundo de tu ser cuando respiras con fuerza. La primera estrella que divisas en el cielo al caer la noche en un cielo despejado. El perfume de las hojas del libro nuevo que acabas de comprar, y la emoción de que, aunque no has leído una palabra, sabes que te va a encantar. Era su forma de intercambiar mis lágrimas atoradas en la garganta por sonrisas cuando me abrazaba. Su forma de mirarme y amarme imperfecta. Y era él y los defectos que formaban su sonrisa, lo que yo amaba por entero.

FOTOS DE PORTADA

—¿Captando el momento? —preguntó cuando llegó a su altura en la orilla.

—La inmensidad del océano al atardecer. —contestó bajando la cámara y mirando al horizonte. 

—Tú y, tus fotos de portada. —dijo él con una sonrisa.

—Es preciosa. —dijo ella mirando a la foto que había en la pequeña pantalla de la cámara.

—No podría estar más de acuerdo contigo. — dijo él con una tierna sonrisa en el rostro y, cuando ella levantó la vista, vio que la estaba mirando a ella, lo que la provocó la más grande de las sonrisas, como siempre que él la miraba como un tonto enamorado.

—¿Nunca has visto algo que es tan bonito que, no importa las fotos que saques o, cuantas horas lo mires pero, sientes que no es suficiente? 

—Si. Tú. —contestó sin apartar la mirada de ella, enfatizando en el "tú" y ampliando la sonrisa.

—Lo digo en serio. —dijo justo después de sacarle la lengua. —No importa los amaneceres, puestas de sol o, noches estrelladas a la luz de la luna que haya visto, fotografiado o vivido, siento que nunca serán suficientes. —concluyó viendo el último rayo de sol reflejado en el mar.

— Lo sé. 

—¿Lo sabes? —preguntó extrañada.

—Claro. He visto tu mirada absolutamente feliz en tu rostro relajado cuando miras algo que te llega al alma, como puedes estar minutos enteros sin apenas pestañear porque quieres memorizar cada detalle para guardarlo para siempre en tu memoria y, cuando cierras los ojos, también lo haces durante minutos enteros, absorbiendo todas y cada una de las sensaciones que luego plasmas en tus fotos. He visto el brillo en tus ojos cuando preparas la cámara, tu ceño fruncido cuando la foto no ha quedado como tú esperabas y, la sonrisa de satisfacción cuando si ha salido como tú querías, perfecta. He visto lo mejor de ti, tu alma y, a la perfección reflejada en cada foto, así es como consigues tus fotos de portada. Lo que tú sientes con cada cosa que fotografías, lo siento yo con tus fotos; no importa cuántas mire, ni las veces que lo haga, nunca serán suficientes. —dijo sin apartar la mirada de ella. —Y por supuesto, me ocurre lo mismo contigo, —continuó mientras colocaba un mechón de pelo detrás de su oreja. —no importa las veces que te haya visto, ni que tenga grabado tu rostro a fuego en mi mente y, sepa cuántas pecas tienes y, donde están todas y cada una de ellas; nunca serán suficientes, porque tu mirada, siempre consigue quedarme sin respiración.

  Ella sólo podía mirarle embelesada, sintiendo que las cosas eran al revés, que siempre habían sido al revés, porque a ella se le olvidaba respirar con cada sonrisa suya que veía y, eran miles las fotos que tenía, pero nunca serían suficientes.


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