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 Era como el primer rayo de sol en el día. El olor a lluvia en una tormenta de verano, ese olor puro que se te mete en lo más profundo de tu ser cuando respiras con fuerza. La primera estrella que divisas en el cielo al caer la noche en un cielo despejado. El perfume de las hojas del libro nuevo que acabas de comprar, y la emoción de que, aunque no has leído una palabra, sabes que te va a encantar. Era su forma de intercambiar mis lágrimas atoradas en la garganta por sonrisas cuando me abrazaba. Su forma de mirarme y amarme imperfecta. Y era él y los defectos que formaban su sonrisa, lo que yo amaba por entero.

NO TE ENAMORES DE MI

  “Puedes llamar a esta carta la gilipollez más grande de la tierra y, pensar que cada palabra aquí escrita es más que absurda; pero no es nada de eso; es una súplica; y, sé que ni entiendes ni entenderás por qué digo esto pero, no me queda otro remedio, siento que debo de advertirte.

   He visto tu sonrisa y, como me miras cuando llego a tu lado. He oído a tus labios pronunciar mi nombre, como si las letras que lo forman, fueran la conjunción más bonita que pudieras llegar a decir en tu vida. Mis manos han sido entrelazadas con las tuyas de esa manera tan posesivamente dulce que hace vibrar cada parte de mí y, sé que en el camino te hace vibrar a ti también. Así que, por mucho que una parte de mi piense que este ruego llega tarde, no puedo evitar decírtelo, suplicarte una y mil veces, implorando que no sean en vano estas palabras y, que aunque no las entiendas, las aceptes y, que aunque no te gusten y te duelan, las respetes.

  Varios han sido los labios que he besado y los ojos que he mirado, desde que mi corazón y mi alma arden por partes iguales por culpa del dolor que me quema y no me deja vivir; y, a pesar de que no eres el primero, para nadie he escrito estas palabras que tú llamas locuras absurdas. Eres el primero porque nunca me había preocupado de las heridas del corazón de mi contrincante en esta guerra que no puedo ganar, aunque salga victoriosa, pero contigo… contigo todo es distinto.

  He intentado evitarlo y, me lo he negado a mí misma más veces de las que puedo contar y te gustaría saber, pero era inevitable. He intentado alejarme de ti, ahorrarnos todo esto y las heridas que tarde o temprano, por mi culpa tendrá tu corazón; te juro que lo he intentado y, siento en el alma no poder haberlo hecho, tu futuro corazón roto tendrá mi nombre y apellidos en cada pedazo. A pesar de todos mis vanos intentos de no estar a tu lado, no he podido separarme de ti, por una razón desmedida y, es que estoy irremediablemente enamorada de ti. Esa es la única y exclusiva razón por la que he intentado marcharme de tu lado y, por raro e irónico que te resulte, con eso me ha bastado para quedarme.

  No puedo seguir negándomelo a mí misma, es lo único que sé con certeza. Que te quiero y, que lo hago como nunca pensé que el fuego que congela mi interior por completo me pudiera dejar querer a alguien, pero lo hago. Por entero. Incondicionalmente. Y por eso, porque te quiero, a ti y, solo a ti, escribo cada palabra de esta carta que odiarás leer.

  Sabes como el hielo me abrasa por dentro, más que saberlo, has sido testigo de ello; y, sabes, más por experiencia que por observar, que cuando el fuego y el hielo colisionan, ni siquiera yo salgo entera de la explosión, bien sabes cuantas veces he salido más muerta que viva. Más que estar a mi lado, parecías estar dentro de cada poro de mi piel cuando, mi corazón y mi alma se rompieron para siempre, sin cura ni pegamento que pueda volver a juntar cada fragmento. Y por todo esto, nunca pensé que tuviera que escribir esta carta, al fin y al cabo, ya lo sabes.

  Y a pesar de que lo sepas y, precisamente por eso, por favor, te ruego, te suplico y te imploro, que no te enamores de mí; estoy demasiado rota y dañada y, ambos sabemos que, aunque suene trágico, lo estaré siempre y, aunque te quiero, como bien sé que lo hago, soy consciente de que no es mi amor el que te mereces. Tuyo ha de ser un amor puro, sin parches en el alma y vendajes en el corazón; y te lo repetiré una y mil veces, hasta que dejes de quererme, hasta que me muera, por favor, no te enamores de mí, por que aunque te quiera como sé que jamás podré querer a nadie, nunca podré llegar a quererte como sé que tú lo harías. También soy consciente de que darías tu vida a cambio de pasar conmigo el resto de tus días y, precisamente por eso, te suplico que no te enamores de mí, porque yo ni siquiera tengo una vida para darte."

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