NO TE ACOSTUMBRES

 El tiempo pasa y, te acostumbras a las miradas llenas de pasión, a mirar y,a quien te mira; a las sonrisas que te alegran el alma; al roce, al cariño, al amor. Te acostumbras a esos besos que das con el corazón abierto y en la mano y, pasan a ser un hábito, que termina en una rutina, donde el amor está olvidado.

  Te acostumbras a los buenos días que van acompañados de sonrisas, a los “Cuídate” de la gente que te quiere; a los abrazos en los que se te cierran los ojos. Te acostumbras al hombro de ese amigo que está en los momentos no tan buenos; a los consejos (que luego rara vez seguimos) de la gente que nos quiere; al reflejo del alma en una sonrisa sincera. Te acostumbras a lo bueno, sumergido en la rutina y, de repente, no hay miradas apasionadas, ni tuyas ni de nadie, tampoco hay sonrisas, ni roce, cariño o amor. No hay besos de corazón, buenos días, ni siquiera una sonrisa; los “Cuídate” son más algo monótono que leales y espontáneos; los abrazos ya no restauran el alma y, son más obligados que algo cierto; no hay hombro sobre el que llorar, ni consejos sin pedir.

  Y día tras día, te acostumbras a esa llama que arde cuando haces lo que amas, a levantarte con ganas de ser feliz, de comerte el mundo. Te acostumbras al frenesí que sientes en cada parte de ti cuando haces aquello que te da la vida; a tu propio brillo en los ojos y, estás tan acostumbrado al tuyo que ni siquiera ves el de los demás y, no entiendes su entusiasmo, por que el tuyo ha quedado en el último plano de tu modo de vivir. Te acostumbras a ser virtuoso y,acabas siendo y haciendo todas aquellas cosas que nunca quisiste; te levantas, vas a trabajar y vuelves a casa a la hora de cenar, para sentarte un par de horas frente al televisor y luego ir a dormir, sonriendo de vez en cuando, más por obligación que por que te salga desde el fondo del corazón. Te acostumbras a la pasión y, dejas que esta se convierta en la rutina que nunca quisiste tener, que nunca quisiste vivir.

  Así que sonríe, una vez, dos, tres, un millón de veces si quieres, las que tu corazón sienta; deja que el fuego de tu interior arda porque lo que te da la vida, alimenta al brillo de tus ojos, vuelve a buscar la excelencia en alguna parte de ti y, no para ser mejor que los demás, si no para que tú mismo seas mejor que el día anterior. Vuelve a dar los buenos días y sonríelos, a los “Cuídate” de aquellos a los que tu sola presencia les alegra el alma, a los ojos cerrados en mitad de abrazos que sientes vibrar en cada parte de ti. Vuelve a sentir, a vivir, a esos besos que más que con los labios se dan con el alma, vuelve al roce, al cariño, al amor; a esas miradas en las que lo importante no es solo quien mira, si no la forma de mirar, a las sonrisas que regalan amor. Vuelve a la felicidad, a la pasión, por que cuando te olvidas de esto, dejas de vivir, para ver pasar días en el calendario. Así que vive y, no te acostumbres.